El Cristobalita saliendo del charco eres_mi_cruz: ...algo le faltaba a aquel sonido. Los ingenieros usaron exactamente las mismas frecuencias, los mismos armónicos, incluso introdujeron la percusión de los martillos y el pulsado de las teclas...
Sin embargo, aquel sintetizador... no sonaba a piano.
Y así pasaron los años, hasta que un día alguien dio con la tecla, nunca mejor dicho: faltaban los golpes de retorno del mecanismo percutor al volver a su posición inicial. El cambio fue espectacular y, alentados por este éxito, se abordó el problema de llevar al teclado, la digitación sobre el diapasón de los instrumentos de cuerda y arco...
En ésas estaba yo hace 17 años. Con la restauración recién terminaba del órgano de la Catedral, se inaguraban los ciclos de conciertos organizados, e interpretados casi en su totalidad, por el padre José Enrique Ayarra, ser supremo con el que aprendí a pronunciar Pachelbel con jjjota, descubrí a Buxtehude, y la Pièce Héroïque de César Franck se convirtió en la banda sonora de mis bloqueos mentales...
de hecho ahora mismo comienza a sonarme en el lóbulo izquierdo.
Aquellos primeros recitales, se daban casi en familia; no había más de cincuenta sillas entre el altar mayor y el coro donde se situaba el intérprete, sentado al teclado bajo el bosque de tubos de la derecha. Siempre quedaban sitios libres. Me sentaba junto al cancel y así podía sentir las vibraciones de las voces graves agarrándome a un barrote...
Era un verdadero placer el sonido de aquel órgano.
Pero año tras año, el aforo se amplió en exceso, y sobre cómo terminaron mis días de oyente extasiado, supongo que debería referirme al funesto día de la ira en el que tuve que permanecer todo el recital a pie parado, bajo el Cristobalita. Después de hora y media de concierto, solamente oyendo registros agudos, el cansancio y la impaciencia me hicieron aplaudir al final de un preludio de Bach...
Unos trescientos viejos clavaron su mirada inquisidora sobre mí, lo cual me produjo un pánico incontrolable, pues más de la mitad eran auténticas chicas Campmany. A todo aquello se añadió, supongo que fruto de mi bloqueo hemiencefálico amenizado por César Franck, la que me pareció ser la voz del Cristobalita diciéndome sobre mi cabeza "precaución amigo conductor, tu enemigo es la velocidad", acompañándose de una patadita con el juanete mojado...
Antes de que sonara la primera nota de la fuga, yo ya había salido a la idem, y corría lleno de oprobio por Mateos Gago...
HÉRCULES: Qué absurdo... una pintura hablando...
vale... no he dicho nada.
(Continuará)